Cuando el cuerpo habla, la mente calla.
Esta teoría deja expuesta la distinción entre las nociones de esquema e imagen corporal. Para entender bien este proceso, es necesario comprender la diferencia entre lo que la autora llamó “esquema corporal” y lo que llamó “imagen inconsciente del cuerpo”. Aunque, se debe considerar su vinculación, ya que no pueden comprenderse de manera aislada.
Doltó, define el esquema corporal, como la impresión que la persona tiene del cuerpo como algo común a todos los sujetos, el cual evoluciona en el tiempo y en el espacio, es propio de la especie humana. El esquema como resultado de la situación inmediata; se construye a través de las vivencias del cuerpo; es observable a través de los aprendizajes y la experiencia con el otro. Es propio de la especie humana. Ejemplo de ello:
“El esquema corporal es una realidad de hecho, en cierto modo es nuestro vivir carnal al contacto del mundo físico”. (Doltó, (1984/1990), pág. 18)
“Intérprete activo o pasivo de la imagen del cuerpo en el sentido que permite la objetivación de una intersubjetividad, de una relación libidinal fundada en el lenguaje, relación con los otros y que en él, sin el soporte que él representa, sería para siempre un fantasma no comunicable (Doltó, (1984/1990), pág. 21)
“El esquema corporal es abstracción de una vivencia del cuerpo en las tres dimensiones de la realidad, se estructura mediante el aprendizaje y la experiencia” (Doltó, (1984/1990), pág. 22)
Por otro lado, Wallon (1954), ha definido este concento desde la postura de un todo dinámico, que puede verse variar dependiendo de las relaciones que el sujeto establece, ya sea con el mismo, con los otros o con los objetos. Argumenta con ello que su esquema se genera en base a una necesidad, a una relación del individuo y el medio.
Con ello involucra a lo sensorial y kinestésico (a lo propio del sujeto), y al espacio que hay entre los objetos y los sujetos, incluyendo el cariño, los recuerdos, las creencias, el lenguaje. Por tanto, describe al esquema corporal como aquellas “imágenes más o menos latentes respondiendo a las diferentes partes del cuerpo, a sus posiciones variables, a sus desplazamientos y también a su potencial de actividades y actitudes virtuales” (Doltó, (1984/1990); Wallon, (1954) ).
Siguiendo lo propuesto por Ajuriaguerra (1980) conceptualiza al esquema corporal como “proceso psicofisiológico que a partir de los datos sensoriales que nos da, en una síntesis continuamente deshecha y constantemente renovada, da el conocimiento y la orientación de nuestro cuerpo en el espacio para permitirnos actuar con eficacia.” (Doltó, (1984/1990), pág. 347).
Este planteamiento va a referirse a que el esquema es plástico que se amolda a las necesidades del sujeto. Por lo que, dependiendo del momento evolutivo por el que esté recorriendo el sujeto, dependerá la noción que su cuerpo tenga, a lo lleva a establecer tres tipos de nociones: noción sensorio-motora, preoperatoria y operatoria.
Según Doltó (1986), describe entender la imagen corporal de cada sujeto, como una “síntesis viva de nuestras experiencias emocionales: interhumanas, repetitivamente vividas a través de las sensaciones erógenas electivas, arcaicas y actuales” (Doltó, (1984/1990), pág. 21).
Se encuentra íntimamente unida al sujeto y a su historia. Gracias a ambos conceptos, es decir, gracias a la imagen corporal y el esquema corporal, Doltó dice que el sujeto puede entrar en contacto con los otros y así se va estructurando, junto con las huellas, las prohibiciones, el gozar frustrado. Por ello, este concepto de imagen, hace referencia a lo imaginado, a la dimensión simbólica marcada por la intersubjetividad imaginaria.
Además, Doltó, argumenta en sus escritos, que la imagen corporal es siempre “inconsciente y está constituida por la articulación dinámica de una imagen de base, una imagen funcional y una imagen de las zonas erógenas donde se expresa la tensión pulsional” (Doltó, (1984/1990), pág. 22). Éstas se van formando, construyendo y modificando a lo largo del desarrollo del ser humano.
La primera de ellas, la imagen de base, propone una dimensión estática, permite al niño experimentar el narcisismo en su estado puro, su búsqueda de cumplimiento de deseo. La segunda es la imagen funcional, que permite a las pulsiones de vida manifestarse y obtener placer en su intercambio con los ortos y con el mundo. Y, por último, la imagen erógena, realiza una asociación de la segunda modalidad de imagen, la funcional, donde se localiza el placer- displacer en la relación con el otro (Doltó, (1984/1990))
En el Centro ARPA PSICOLOGÍA Y NUTRICIÓN trabajamos la relación mente-cuerpo y sus manifestaciones para un crecimiento y desarrollo óptimo de los objetivos terapéuticos.
Más información: Organización Mundial de la Salud