Dependencia emocional, problema tratado en Centro ARPA

Arthur Schopenhauer, fue un filósofo alemán, considerado uno de los más brillantes del siglo XIX y de más importancia en la filosofía occidental, el máximo representante del pesimismo filosófico​​ y de los primeros en manifestarse abiertamente como ateo que dijo: “El instinto social de los hombres no se basa en el amor en la sociedad, sino en el miedo a la soledad” .

¿Cuánto de esto sigue vigente a día de hoy? ¿Te lo has cuestionado en algún momento?

Pues si miramos a nuestros alrededores, podemos observar que la sociedad actual viene socializada por una mayor influencia de adicciones que no solo conllevan el uso de sustancias psicotrópicas como el tabaco, bebidas alcohólicas, mariguana, cocaína, éxtasis, opiáceos y anestésicos, crack, alucinógenos o fármacos (estimulantes, tranquilizantes, anorexígenos y otros medicamentos).

Sino otras propias de la sociedad como la comida, el sexo, la televisión, Internet… e incluso entre ellas las relacionadas con la dependencia emocional.

Dichas influencias hacen que tome relevancia, lo que ya por el año 1996 Goleman decía, cuando hablaba de las 5 dimensión que forman la inteligencia emocional, y es que existía un claro descenso de la competencia emocional en las últimas décadas.

Actualmente, muchos son los que sufren de problemas emocionales tales como el aislamiento, la insatisfacción o la dependencia, que van acompañadas de las enfermedades más comunes de este siglo XXI, que es la ansiedad o la depresión. Todas derivadas de un malestar del sujeto, de un yo interno inestable que se explota en las convicciones sociales, en una necesidad constante de cariño y en la importancia del reflejo hacía los demás. Individuos con miedo a la introspección que determinan a las otros como su fuente de gozo y de ser.

Ellos son lo que los demás quieren y/o son lo que otro espera que sea. No saben estar consigo mismo y requieren de un contacto continuo social para verse como alguien o sentirse como ser.

El sentirse querido, deseado, consentido, preocupado por otro ser, no sólo se está viendo como una función básica, en lo social, sino que representa una gran cuestión existencial en nuestras vidas. Sin embargo, el deseo a veces se transforma en una sensación demasiada dolorosa, apática y destructiva, transformando una acción racional y positiva en una creación de sentimientos negativos que hacen realizar conductas poco funcionales para el que lo experimenta.

Pero, ¿cuál es su imagen cuando hablamos de dependencia emocional?

Puede definirse, pues, como un patrón psicológico que produce la necesidad de que otra persona asuma la responsabilidad en las parcelas más importantes de su vida, dificultades para tomar decisiones autónomas, temor a la separación de determinadas personas e incapacidad para poner límites. Por ello, son personas pasivas y obedientes, inseguros e indecisos que no pueden tomar cualquier idea racional sin el apoyo de los demás.

Generalmente y muy resumidamente, se puede decir, que la dependencia emocional se concibe como una sobredependencia en una relación interpersonal, afectando a la visión de uno mismo (self) y a la de los otros (Valor et al., 2009). Con un apego inseguro según Bowlby (1958) pueden ser de tipo ansioso o de tipo evitativo.

Donde el apego inseguro ansioso se caracteriza por elevados niveles de ansiedad y baja evitación, fuerte necesidad de cercanía, preocupaciones por las relaciones y miedo al rechazo. De la teoría de Schore (1994) destaca la importancia de las relaciones interpersonales en la remodelación del cerebro.

Otros autores destacan su carácter de enganche o adición. La dependencia emocional son comportamientos adictivos hacia otras personas produciendo asimetrías de rol (Villa & Sirvent, 2009). Para una mejor aclaración de cómo sería una independencia emocional, sería compararla con las drogas que existen para desinhibir al individuo de su propio yo, ya que la dependencia emocional también causa ese efecto.

La sensación de sentirse amado se asemeja al placer de los opiáceos, según Jaak Panksepp, 1998. Es decir, toda relación amorosa positiva provoca en los circuitos cerebrales la misma sensación de placer que las drogas más sintéticas. La gratificación del drogadicto con su droga se reproduce de forma biológica igual que el placer de sentirnos conectados con las personas amadas.

Por cerra esta imagen de dependencia emocional, nombraría al español Jorge Castelló que dijo en el 2010, que la dependencia emocional atiende a los componentes afectivos y conductuales, definiéndola como un “patronés persistentes de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir desadaptativamente con otras personas”.

Una de las razones por las cuales los adultos desarrollan dependencia emocional, tiene que ver con la forma de relacionarse con sus progenitores o cuidadores, quienes puede que hayan vetado la autonomía del niño, lo que puede interferir en el desarrollo de la personalidad. La falta de entendimiento emocional. La dificultad para satisfacer las necesidades afectivas. Poca vida social…

Identificar todo ello, no es tarea fácil, y menos que dichas acciones nos hacen daño.

¡Por ello, Es fundamental trabajar la dependencia emocional

de la mano de un profesional!

Por ello, piensa en los distintos ejemplos de dependencia emocional que se te vienen a la cabeza, coge un lápiz y un papel para que anotes aquellas cosas que hiciste “por amor, por otro…”, como por ejemplo: abandonar tus aficiones. Y sin reclamo contra los demás, sino en una toma de consciencia de lo que has experimentado, llámanos y trabajaremos en ello.

Más información sobre dependencia emocional

Sheila Jerónimo

Psicóloga Social y psicoanalista